En el último siglo y medio, el modo de vida del hombre, ha evolucionado de manera exponencial hasta llegar a un punto en el que, con sólo entrar en un lugar, ya se ilumina la estancia, gracias a un detector de presencia. Aproximamos las manos a un aparato metálico, y de él brota un chorro de agua, cual fuente, que espontánea nace de la montaña.
La electricidad y después, su hermana pequeña la electrónica; han revolucionado el modo de vida del ser humano. La electricidad nos da la luz, donde no llega el sol, nos calienta de forma limpia, nos comunica a largas distancias y facilita nuestro movimiento a grandes velocidades. La electricidad es uno de los mayores inventos que ha ingeniado la humanidad.
En la foto aparece un poste de la luz. A él llegan tres cables metálicos, a través de los cuáles viaja la electricidad, del centro donde es generada, hasta los hogares e industrias. Para hacerlo, se transforma en voltajes altos. A mayor voltaje, menor ha de ser la sección del cable en la que se transporta, por lo tanto, más barato es transportarla. Al final de la linea, el usuario puede utilizar la electricidad a un voltaje adecuado, gracias a transformadores, como el que se ve en la foto, colgado del poste.
Antigua instalación eléctrica de alumbrado. Al igual que se hace con las líneas de alta tensión, como se puede ver, antiguamente también se hacía la intalación con cable visto y sin aislar. Peligroso, pero rápido y fácil de instalar un punto de luz.
El Calar desde su lado norte, cerca del mirador situado sobre la cueva de Los Chorros.
Valle de Riópar desde El Calar
Bosque de los Robles
Bosque de los Robles
En un lugar de La Mancha, jugueteando ya con la hermana
Andalucía; allá donde la Sierra de Cazorla se convierte en la del Segura, se
erige, de forma discreta una meseta conocida como El Calar, abrigada en la
Sierra de El Calar del Mundo. Hogar de una diversa flora y fauna, El Calar
acoge desde pinos, tejos o robles, hasta cabras montesas, águilas, buitres o
ciervos. La riqueza paisajística lo convierte en un lugar de increíble belleza, ya que desde su altura se alcanzan a ver los hermosos valles que lo rodean. La Fuente
del Buitre o El Pozo de la Bomba, podrán saciar la sed del excursionista en lo alto de la meseta. La caseta de los pastores, además de servir de refugio, te
lleva al balcón desde donde se abren las vistas a todo el increíble valle de
Riópar. El Bosque de los Robles, te trasportará a un mundo de leyendas
imaginarias, donde conviven duendes, hadas, árboles humanoides e incluso
bestias terroríficas, si la mandrágora y la noche te alcanza en él.
El Mundo embravecido, cascada abajo
La inmensa meseta de El Calar, como hormiguita bien
enseñada, recoge durante el año toda el agua o nieve que cae en su regazo, guardándola
en su interior en un acuífero escarbado en la roca calcárea durante siglos. Las
cavidades interiores se van inundando, acumulando grandes cantidades de agua,
hasta que otro fenómeno de la naturaleza, el viento, hace acto de presencia.
Éste, sopla y sopla contra El Calar, de tal manera que presiona, a través de
las cavidades, al agua que descansa en su interior, generando de esta manera el
fenómeno conocido como El Reventón.
Los Chorros
En el término municipal de Riópar, Albacete, nace el río
Mundo. Podría ser el inicio de la descripción de un río cualquiera, de no ser
porque el Mundo, nace de una cueva de enormes proporciones formada al cobijo de
la meseta de El Calar, a unos 90 metros de altura del nivel del suelo, formando
una serie de cascadas. Quien se introduce en la cueva, lo hace en las entrañas
de El Calar. Habiendo de bucear en sifones inundados, el aventurero podrá
recorrer decenas de kilómetros en el interior de las cavidades; donde aun no se
ha llegado al final de las mismas.
Los Chorros, días después de El Reventón
La Pedorrilla
Fuente nacida de El Reventón
El hueco de los Chorros, hendido en la Sierra de El Calar,
se adentra como queriendo llegar a sus entrañas. Acaba en un cortado de más de
100 metros de altura, de donde de forma continua y desde una cueva, orientada
casi al norte, a unos 90 metros de altura cae una lengua de agua, erosionado el
lugar siglo tras siglo, hasta mostrarnos el aspecto que ahora vemos; así nace
el río Mundo. El hilo de agua, que apenas sí cae en verano, se multiplica por
mil, merced al fenómeno de El Reventón. En años de sequía, puede incluso no
producirse, mientras en años de abundantes nieves y lluvias, podemos llegar a
contemplarlo varias veces durante el invierno y primavera.
El Reventón es un acontecimiento extraordinario, una explosión de agua, que afecta de forma sorprendente a todo El Calar. Poco a poco, sin pausa alguna, el volumen de agua, comienza a aumentar, el débil hilo de agua de la cascada, comienza a ser acompañado hasta llegar a convertirse en una espectacular cascada que por medio de un ruido ensordecedor anuncia su aparición en todo el hueco de Los Chorros. Llegados a ese punto, el uso de chubasqueros o paragüas, se hace indispensable si uno quiere acercarse y volver seco a casa. El Reventón, no sólo afecta al caudal de la cueva, afecta a todo el hueco, brotando fuentes en decenas de lugares. La fuente de La Pedorrilla es la más entrañable, recibiendo con un baño de pies, a los visitantes que acceden desde la esplanada.
El fenómeno de El Reventón, lleva el paraje de Los Chorros a muchos hogares españoles gracias a la difusión que se hizo en El Telediario de TVE: